Las elecciones en Túnez han sido un éxito. Ha habido pocas quejas de irregularidades, los partidos principales aceptan los resultados y los observadores internaciones dicen que les han parecido perfectas: “He vigilado 59 elecciones en 15 años, muchas en viejas democracias y nunca había visto un país capaz de llevar a cabo unos comicios en un modo tan justo, libre y digno”, dice un parlamentario suizo.
No solo eso. La ley electoral tunecina obligaba a los partidos a intercalar en sus listas hombres y mujeres. Aunque el primero sea casi siempre un hombre, la nueva asamblea será bastante paritaria. Aquí han calculado lo que puede salir: 56 por ciento de hombres, 44 de mujeres. En España hay un 36 por ciento de mujeres en el Congreso; en Estados Unidos, un 17.
Túnez escoge en estas elecciones una asamblea constituyente que debe hacer dos cosas. Primero y más importante, redactar toda una constitución: escoger por ejemplo si quieren un sistema parlamentario o presidencial o si van a cambiar el artículo 1, que dice que “la religión de Túnez es el islam, su lengua él árabe y su forma la república” (es poco probable que se metan en estos líos). Segundo, nombrar un gobierno interino para que dirija el país, con presidente y primer ministro. Este proceso debe durar un año. Entonces habrá quizá referéndum para confirmar la constitución y elecciones con reglas nuevas.
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