Me da muchísima tristeza ver cómo está mi país, que es una tierra de patriotas, de gente inteligente, creativa... Este sistema lo ha convertido en un país de indigentes.
Somos personas que debemos estar viviendo de la caridad ajena, cuando los cubanos tenemos potencialidades humanas, en el corazón, en el cerebro y en el alma, como para poder vivir de nuestro esfuerzo.
Pero este sistema acostumbró a los cubanos a extender la mano. Me da mucha tristeza cuando llegan personas desde Cuba y cuentan que llevaron jabones y caramelos. Se ríen de que los cubanos estén pidiendo jabones, caramelos o bolígrafos. Se burlan de esta situación de precariedad que nos ha puesto este sistema. Los cubanos no somos así. Nuestro país era receptor de inmigrantes. Llegaban españoles, italianos a refugiarse en Cuba, y hoy muchos tienen que huir de allí.
Quien sigue gobernando es Fidel Castro. Siempre crean expectativas. Lanzan informaciones, la prensa lo toma, pero si se investigara bien se vería que no hay apertura alguna. Ellos van reacomodando sus estrategias para poder perpetuarse. Se dan cuenta de que el pueblo está asfixiado, que la gente se escapa y para evitar que la gente salga a la calle, van reacomodando sus estrategias.
Pero ésas no son aperturas democráticas, ni económicas. En Cuba, los únicos que pueden invertir son los extranjeros. Los únicos que tienen derechos son los extranjeros. En Cuba hay que seguir pidiendo permiso para todo.
A los que repiten la tontería de que en Cuba hay cambios, yo les pregunto si aceptarían vivir con la privación de derechos y libertades. Los cubanos somos hijos de la familia humana, y tenemos derechos a gozar de las libertades que gozan todos los seres humanos. No de las migajas que pudiera dar el gobierno de los señores Castro, que en realidad sigue siendo el gobierno de Fidel.
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