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Cómo mataron a Gadafi y qué importancia tiene. Jordi Pérez Colomé

Lo peor es que hubiera escapado. El presidente libio, Mustafa Abdul-Jalil, declarará Libia liberada el sábado. Un nuevo gobierno debería empezar a trabajar la semana que viene. Con Gadafi suelto por el desierto del sur de Libia hubiera sido imposible. En el exilio podía haber seguido poniendo trabas mediante sus partidarios.

Hay quien dice que Libia ya hacía su camino. Daba igual lo que ocurriera con Gadafi. No es cierto. Su captura o muerte era un símbolo crucial. La presencia del dictador de un país durante 42 años no se esfuma tan fácil. La pregunta es por qué Gadafi y algunos de sus hijos no huyeron mientras pudieron. Habrá mucha especulación. Argelia, por ejemplo, acogió a varios miembros de la familia, aunque hoy el primer ministro, Jibril, ha exigido de nuevo su entrega.

¿Mejor un juicio? Siempre es mejor que un criminal afronte en vida sus delitos. Pero el juicio a Gadafi habría tenido dos grandes obstáculos. Primero, ¿se hubiera hecho en Libia o en La Haya? En Libia hubiera sido más lógico, pero la tensión se habria disparado. En Trípoli, un libio dijo a Al Jazeera inglés: “No necesitamos un juicio. Hace 42 años que le conocemos. Sabemos qué hizo”.

El segundo lío hubieran sido los secretos que Gadafi podría haber revelado: sobre miembros del nuevo gobierno, sobre compañías petroleras, sobre líderes extranjeros. Gadafi podría haber usado ese púlpito para arengas y vengarse con palabras. El enviado de Al Jazeera a Trípoli preguntó a una mujer si no le preocupaba que Gadafi se llevara los secretos: “Que se los lleve”, dijo.


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