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La poca inteligencia de los terroristas

Magistral Arcadi Espada con su disección de la poca inteligencia de los terroristas.

Estas palabras tan precisas:  
"Cuantas veces, por ejemplo, no habré soportado la frase: «Son malvados, pero no idiotas», como si ser miembro de ETA no fuera una altísima forma de la idiotez, y además etimológica".
El miserable terrorismo, por Arcadi Espada.

La idea del mal está muy influenciada por las películas de James Bond. El mal es inteligente, techno, sexy y lujoso como Spectra. E incluso, muchas veces, es técnicamente superior al bien, más poderoso: y sólo un gesto de humilde ingenio humano, a cargo de nuestro primer agente, puede vencerle. El cromo se proyecta con turbadora facilidad sobre lo real. Los ciudadanos españoles tienen una gran experiencia. Durante cincuenta años han oído maravillas sobre ETA. Cuantas veces, por ejemplo, no habré soportado la frase: «Son malvados, pero no idiotas», como si ser miembro de ETA no fuera una altísima forma de la idiotez, y además etimológica. La demostrada cutrez, no solo moral, de los autores de la matanza de Madrid les parecía inconcebible a los partidarios de la teoría de la conspiración. Tiene que haber algo más, deducían, (y ahí siguen) como se deduce a dios. La espectacularidad del atentado del 11 de septiembre llevó al paroxismo esta sobrevaloración del mal; cuando en realidad lo único que los criminales necesitaron fue a Alá y un cúter. Desde aquella mañana Bin Laden pasó a ser el comandante en jefe de Spectra. Cuando la imaginación o la información occidentales lo alojaban en las montañas afganas de Tora Bora nadie lo imaginaba durmiendo en los secarrales, entre bolitas de oveja, polvo, marchas interminables y sed. Quia. Había un convencimiento general de que bajo Tora Bora refulgía un secreto palacio donde las lámparas de Aladino y el harén combinaban dramáticamente con la última tecnología informativa y militar.

Se acabó.

Durante algunas horas aún pudieron mantener el equívoco. Informaron de que Bin Laden había sido cazado en una lujosa mansión pakistaní, donde vivía con sus mujeres. Y se aprestaron a desmentir, en consecuencia, la épica de las montañas. ¡Ajajá, en una mansión, echando tripa y bebiendo moscateles! Hasta que aparecieron las primeras fotos y los desconchados y pudo apreciarse el aire general de erosión y decadencia que tenía la casa. Luego han ido apareciendo los detalles. Por ejemplo, eso de que en la casa había decenas de pollos, vacas y conejos: algo más de fauna, pero poco más, que en un ático de Hospitalet. Respecto al harén aún hay confusión y versiones; pero parece que la mayor parte de las pupilas ya habían huido de allí, incapaces de aguantar la dureza en tierra de la yihad. Lo definitivo, en cualquier caso, llegó con el vídeo. Esto era Bin Laden: una miserable barba teñida, un miserable envejecimiento, una miserable televisión con vhs y una manta miserable protegiéndole del frío. Un spectro.

Puede que tengan la Bomba, yes. Pero siempre será una bomba sucia.

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