Un año con Macarena


El nacimiento de mi hija Macarena hace un año ha sido el cambio más grande e importante en mi vida. El tema de los horarios es un ejemplo significativo, ya no hace falta despertador porque a las 5:30 a.m. empieza la fiesta y el resto del día depende en gran parte de sus necesidades. Tenemos mucha suerte por la inestimable ayuda de la familia y otras personas muy cercanas que cuidan y aman a Macarena, aunque los padres son los grandes responsables y quienes están pendientes de todo.

Hay una notable diferencia entre personas que son, y ejercen, de padres y los que no. No es sólo que todo tu cuerpo y mente se adaptan y preparan para la tarea, sino que la visión de la vida es otra. Incluso los miedos, al menos en mi caso. Me preocupa que nos pase algo a mí o mi esposa, no tanto por nosotros mismos, que también, sino porque Macarena se quedaría sin padres. Me da pavor que Macarena crezca sin su madre, por ejemplo. Que le pase algo a Macarena va más allá del pavor, es algo indescriptible. Supongo que la evolución ha creado ese vínculo entre padres e hijos para mejorar la crianza.

Es fascinante ver cómo crece y va descubriendo sus habilidades, cómo aprende a usar sus manos, gatear, caminar, dar y recibir objetos, moverse al son de la música, mirar, escuchar, sorprenderse, reír, descubrir, reconocer a las personas, asustarse, llorar, buscar objetos (siempre los que no queremos que agarre), y mucho más.

Una gran aventura con muchos años de diversión por delante.