Cuba: Una de las grandes mentiras

por Aimée Cabrera.


El Estado cubano impone el criterio de que la salud pública en la Isla es  una de sus mayores proezas. Los cubanos de a pie saben que eso no es cierto, peor aún cuando se necesitan estos servicios y no se conoce a  nadie que pueda ayudar para no tener que entregar dádivas a quienes deben caracterizarse por su ética y dedicación.

Ahora, el diario Granma dedica parte de su segunda página a recordar cuánto cuesta en el mundo cada servicio de salud que en Cuba es gratuito. Los funcionarios del Ministerio de Salud Pública (MINSAP) debieran tener en cuenta, algo muy importante y es que aunque existen especialistas y trabajadores del sector que se desempeñan como es debido, no todo es perfecto.

La publicación católica dominical Vida Cristiana del 5 de agosto publicó en su Sección de Mirada Social, y bajo el título de Buenas condiciones…, las impresiones de una persona que acudió a un hospital a cuidar a un familiar enfermo y todo lo que detectó, aparte del buen trato recibido por empleados y profesionales, fue un desastre.

Baños sucios, la falta de agua, cucarachas por los azulejos, la niña que iba a cuidar compartiendo el cuarto con un varón. En muchos hospitales de adultos se puede ver como alternan hombres y mujeres separados por escasos metros, lo que es una falta de privacidad sin comentarios.

Muchos centros hospitalarios han sido remozados en la capital pero no ha habido la calidad requerida, el robo de materiales y la chapucería han dado lugar a que ya se vean igual o peor que antes de recibir los mantenimientos.

Es excepcional encontrar un baño limpio cerca de las consultas o salas pulcras donde brillan los azulejos de las paredes como ocurre en el Pando Ferrer (Liga Contra la Ceguera) en otros, sin mencionar nombres, es mejor ni acercarse.

La Potencia Médica ha dejado de serlo hace décadas. Gran parte de sus especialistas han aprovechado las misiones en el exterior para quedarse a residir en otros países donde se reconoce su profesionalidad,  reciben buenos salarios, y pueden vivir con el nivel de vida que tiene cualquier médico en el mundo.

Los que residen aquí cobran salarios bajos y las únicas estimulaciones que poseen son las que reciben de sus pacientes; ellos que velan por la calidad de vida del pueblo no son productivos y por tanto no tienen derecho a recibir el aumento salarial que merecen.

Los pacientes, por su parte,  no pueden quejarse si la falta de higiene es evidente en los consultorios, policlínicos y hospitales, o si faltan medicamentos, o los equipos están rotos, ellos  deben hacer, en todo momento la reverencia y agradecer que los servicios de salud pública sean todos gratuitos.

aimeecabcu2003ster@gmail.com

Víctimas, 13 de agosto: Manuel Ferreira Simois y José Miguel Moros Peña

Libertad Digital.


A la una y media de la tarde del día 13 de agosto de 1979, la banda terrorista ETA asesinaba a tiros en Portugalete al policía municipal MANUEL FERREIRA SIMOIS cuando se encontraba regulando el tráfico en la confluencia de las calles General Castaños y Gregorio Uzquiano, muy concurridas por la celebración en esos días de las fiestas patronales.
Hacia las 13:30 horas el agente ordenó a los ocupantes de un Seat 1430 que venían por la calle Gregorio Uzquiano que se detuviesen para dejar paso a los vehículos procedentes de la otra calle. Uno de los ocupantes, encapuchado, se apeó del vehículo con una pistola en la mano y efectuó cuatro disparos, casi a bocajarro, contra el policía municipal. Manuel Ferreira Simois, que resultó alcanzado por los disparos en el pecho y en la cabeza, dio varios pasos y se tambaleó, cayendo sobre el asfalto gravemente herido. En ese momento, los agresores arrancaron el coche y dando un brusco giro de volante, tomaron la dirección contraria a la que circulaban, dirigiéndose por la calle de Gregorio Uzquiano hacia Sestao.
Aún con vida, el policía municipal fue trasladado en un coche hasta la Clínica San Juan de Dios de Portugalete, en donde, a la vista de la gravedad de sus heridas, decidieron enviarlo en ambulancia hasta la Hospital de Cruces en Baracaldo. Pero no llegó a tiempo, falleciendo durante el traslado.
La Guardia Civil localizó, horas más tarde, el vehículo utilizado en el atentado en la transversal Abatxolo, de Portugalete, que había sido robado por la mañana en la localidad vizcaína. En su interior se encontraron dos casquillos del calibre 9 milímetros parabellum, marca Geco. En el lugar de los hechos se recogieron otros dos casquillos más de idénticas características.
La víctima había recibido repetidas amenazas de muerte desde un año antes de ser asesinado, una de ellas en forma de esquela con su nombre, que se la habían hecho llegar a su domicilio por carta, y también pintadas en la paredes de edificios frente a su domicilio en las que se anunciaba su muerte. Manuel había prestado servicio como guardaespaldas del anterior alcalde de Portugalete. Persona reservada y discreta, que no hablaba de política, algunos vecinos hablaron de que tenía vinculaciones con la extrema derecha.
Siete alcaldes de la margen izquierda de la ría (Baracaldo, Sestao, Santurce, Portugalete, Trapagaran y Ortuella), condenaron duramente a los autores del asesinato. El pleno extraordinario del Ayuntamiento de Portugalete, reunido el mismo día del atentado, declaró, con el voto en contra de los tres concejales que Herri Batasuna tenía en el consistorio, dos días de luto oficial. Asimismo, en señal de protesta y de repulsa por el brutal atentado, los policías municipales de Portugalete se mantuvieron en huelga durante todo el día 14 de agosto.
El funeral por Manuel Ferreira se celebró al día siguiente en la parroquia de María Madre de la Iglesia de Portugalete, con la asistencia de familiares y miembros de la Corporación municipal.
Manuel Ferreira Simois, de 47 años, era natural de Untas (Orense), aunque llevaba quince años residiendo en el País Vasco. Residía en Santurce, estabacasado y tenía ocho hijos. Había ingresado en la plantilla del cuerpo de Policía Municipal de Portugalete exactamente diez años antes, en 1969. Uno de sus hijos, Francisco Javier Ferreira Castro, ingresó en el Cuerpo Nacional de Policía. Quince años más tarde, fue víctima de otro atentado de ETA, en el que resultó herido leve. El 18 de junio de 1994, la banda terrorista colocó una bomba-lapa en su vehículo en Santurce, donde vivía. La bomba se activó cuando el agente aparcó en el Cuartel de Basauri (Vizcaya), donde prestaba sus servicios como radiopatrulla, tras haber recorrido casi veinte kilómetros sentado encima de la misma. Por un fallo en el ensamblaje del artefacto, estalló el iniciador, pero no el grueso de la carga explosiva compuesta por medio kilo de amerital. El policía sólo sufrió heridas leves, aunque tuvo que estar dos días ingresado por quemaduras en la zona sacra y una pequeña fisura. Una de las etarras que, presuntamente, participó en la colocación del mismo fue Mónica Martínez López, alias Monike y Julai.
El 13 de agosto de 1986 falleció en el Hospital de Cruces de Baracaldo JOSÉ MIGUEL MOROS PEÑA, a consecuencia de las graves lesiones que le causó la explosión de una bomba, el 27 de junio de 1986, en la empresa Constructora Ugandía donde trabajaba. La empresa estaba subcontratada por Dragados y Construcciones, encargada de realizar el Plan de Saneamiento Integral del Consorcio de Aguas del Gran Bilbao.
José Miguel había resultado herido de gravedad a las 7:50 horas del día 27 de junio, al hacer explosión una bomba colocada en una máquina perforadora, utilizada en las obras de construcción de una depuradora en el término municipal de Portugalete, justamente cuando el joven pretendía poner ésta en funcionamiento. La explosión le causó la amputación del antebrazo izquierdo, además de otras heridas muy graves en la cara. La bomba, cuyo mecanismo de relojería falló, se activó con las vibraciones y el calor originados por la puesta en marcha del motor de la máquina.
La colocación de la bomba fue anunciada por una llamada anónima a la Policía Municipal de Santurce a las 23:45 horas del día anterior, que informó de ello a la Policía Nacional y a la Municipal de Portugalete. Un equipo de desactivación de la Policía Nacional inspeccionó las grúas y retiró paquetes sospechosos sin encontrar ningún artefacto. El jefe superior de Policía de Bilbao informó que los policías de Santurce consideraron que se trataba "de una de tantas falsas alarmas", por lo que no se vio oportuno revisar nuevamente la zona a la luz del día.
De la acción se responsabilizó el grupo Iraultza (Revolución), surgido cinco años antes "como respuesta a la ofensiva represiva e ideológica contra el movimiento de resistencia vasca". En esos años Iraultza reivindicó atentados con explosivos contra numerosas empresas instaladas en el País Vasco, "en una línea de apoyo a las movilizaciones obreras". Además de otras acciones con explosivos contra locales pertenecientes a la Administración estatal, Iraultza había venido atentando en los años anteriores contra empresas y propiedades estadounidenses.
José Miguel Moros Peña, de 18 años de edad, vecino de la localidad vizcaína de Portugalete, llevaba dos meses trabajando en la empresa Constructora Ugandía. Era su primer empleo.
En el año 2002, el Ayuntamiento de Portugalete rindió homenaje tanto a José Miguel Moros Peña como al policía municipal Manuel Ferreira Simois. Durante el homenaje, los padres de José Miguel, Margarita y Julián, colocaron un ramo de flores en el monumento dedicado a las víctimas del terrorismo en el parque de Ellacuría.

La noche de los cuchillos largos

por Charlie Gordon.


Un asesinato masivo permitió a Adolf Hitler conservar el poder en uno de los más inciertos pasajes de su mandato: bien pudo haber sido desalojado del gobierno apenas un año después de haber sido nombrado canciller de Alemania. Sorprendentemente, no fue el miedo lo que permitió que dichos crímenes le reafirmaran en el cargo, sino la aprobación tácita de la mayoría de los alemanes hacia la matanza. El que la nación más avanzada de Europa —tras permitir mansamente a Hitler que demoliese la democracia en sólo unos meses— terminase aplaudiendo los métodos criminales de su nuevo jefe de gobierno es uno de los capítulos más tristemente ilustrativos de la historia del viejo continente: cómo una nación democrática se fue transformando progresivamente en un estado totalitario. La política produce monstruos… pero sólo cuando se deja a los monstruos crecer.
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Ernst Rohm
Ernst Rohm, el pendenciero jefe de las SA, cuya arrogancia estuvo a punto de costarle el pellejo a Hitler.
1931: Ernst Röhm, el hombre que podía tutear a Hitler
En 1931, Adolf Hitler ya acariciaba la idea de poder alcanzar el gobierno. Su partido, el NSDAP, estaba ganando cada vez más seguidores en una Alemania sumida en la depresión económica. El descrédito general de las instituciones democráticas  de la llamada “República de Weimar” y la oratoria incendiaria de Hitler convirtieron a los nazis en una fuerza política de primer orden. Uno de los grandes atractivos del NSDAP para los ciudadanos descontentos —especialmente los de clase baja y escasa formación cultural— era la apariencia paramilitar de la mayor de las organizaciones del partido nazi: las SA. Este ejército privado del partido, conocido popularmente como los “Camisas Pardas”, contaba ya con cientos de miles de miembros en todo el país en 1931 y se estaba apoderando de las calles. La función de las SA era sencilla: si Hitler era el corazón del partido, las SA eran el músculo. Ejercían como matones para tener a raya a los partidos adversarios y se encargaban de que los actos públicos del NSDAP como desfiles y concentraciones ofreciesen una imagen espectacular. Las SA eran tan numerosas y acumulaban tanto poder que casi funcionaban como un organismo independiente dentro del movimiento nacionalsocialista. De hecho, el propio Hitler había tenido algún conflicto con las SA en el pasado, y quiso evitar más problemas designando a uno de sus mejores amigos, Ernst Röhm, como jefe de los Camisas Pardas.
Röhm instituyó rápidamente en las SA un monumental culto al macho: la adoración de la violencia y de un masculinismo exagerado se convirtieron en la marca de fábrica de los Camisas Pardas.  Esta glorificación de la virilidad quizá no resultaba extraña teniendo en cuenta que el propio Ernst Röhm era homosexual y apenas se molestaba en ocultarlo: su homosexualidad era un secreto a voces en Alemania. Se le intentó desacreditar a causa de ello, pero Hitler defendió abiertamente a Röhm afirmando que no resultaba legítimo atacar a un rival político por asuntos que pertenecían al “estricto ámbito de la privacidad”. Puede resultar sorprendente que Adolf Hitler se mostrase tan tolerante con las tendencias gays de su viejo amigo, pero en 1931 la moral sexual preocupaba poco al líder nazi y, además, también él tuvo que hacer frente al escándalo cuando su sobrina adolescente Geli Raubal —tras una extraña relación sentimental— se suicidaba de un disparo en casa del mismo Hitler, harta de la obsesión posesiva de su famoso tío. Adolf Hitler había aprendido por sí mismo la importancia de mantener la vida privada lejos de la política para no mostrarle flancos débiles al adversario. Bajo el mandato de Ernst Röhm las SA contribuyeron considerablemente al crecimiento del movimiento nazi. Para muchos desempleados y oportunistas las SA eran una forma de sentirse importantes y liberar sus frustraciones mediante actos agresivos e intimidación. El hecho de que vistieran de uniforme e imitaran superficialmente a un ejército resultaba muy atractivo y daba a muchos votantes —desencantados con la inestable democracia— la sensación de que los nazis mostraban fuerza, orden e iniciativa, y que podrían por tanto resolver los problemas del país.
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2012 London Olympics

The Atlantic