El liberalismo no es pecado. La economía en cinco lecciones. Carlos Rodríguez Braun y Juan Ramón Rallo. 2011

Uno de los autores, Juan Ramón Rallo, me escribió en el libro: "Confío en que este libro de introducción a la economía te ayude a comprender mejor el fundamento de la buena ciencia económica". Y así ha sido. Lo incluyo entre mis libros.




Aunque los textos de los dos autores, el mencionado Rallo y Carlos Rodríguez Braun, son lecturas habituales para mí, es el primer libro que leo de alguno de los autores. Hay un libro de Rodríguez Braun, Panfletos liberales II, recopilación de artículos que leí y comenté. Igualmente recomendable.


"El liberalismo no es pecado" es una explicación de la economía desde un punto de vista liberal, aunque me pregunto si hay algún otro enfoque que se aproxime tan fielmente a la realidad.


Aquí pueden encontrar la introducción.


El libro me ha resultado muy claro y didáctico, una pena no haberlo leído con 15 años, ahora tengo 35, ya que me hubiera ahorrado muchas ideas equivocadas, con defensas del comunismo incluidas, que no tenían ni pies ni cabeza y con las que me han llenado la cabeza durante mi vida escolar y universitaria. Ideas ante las que no había mucha defensa, porque el liberalismo y sus teóricos eran algo poco conocido para mí. El capitalismo era tratado como el Anticristo.


El libro está estructurado en cinco lecciones:


1. Precios, beneficios y competencia
2. Dinero y capital
3. Los bancos y los ciclos económicos
4. Riqueza y pobreza
5. El Estado


Todas explicadas de una manera muy sencilla, sin formulación matemática. Aunque muchos de los conceptos y explicaciones ya las conocía, me ha gustado ver todas recogidas en una misma obra, y con el añadido de otras ideas desconocidas para mí. Me he quedado con ganas de más, sobre todo de ese aparato matemático ausente y más referencias bibliográficas. El libro prescinde de ellas para una lectura más ágil y sencilla.


Se echan en falta un índice onomástico y temático.


El libro está plagado de interesantes y buenas reflexiones. A continuación comento algunas de las que me han llamado la atención.


La elección es fundamental en la economía: "Cada agente les otorgará a los bienes económicos el uso que en cada momento considere más adecuado, por obsceno, inmoral, absurdo o disparatado que pueda parecerle a un observador externo". (P. 24).


El muy extendido mito de los intermediarios que "encarecen los precios finales de venta" queda destruido cuando explican que "sin ellos, cada consumidor debería ir de compras a todos los centros de producción de todos los bienes que desea (o cada productor debería ir vendiendo puerta por puerta)". (P. 49).


La explicación del Mercado como algo vivo, como "un proceso de descubrimiento acerca de qué hay que producir, cómo y para quién debe hacerse o cuándo y dónde hay que distribuirlo; ninguna de esas respuestas tienen una respuesta a priori y en todas ellas es del todo posible equivocarse. Pero no por ello hay que dejar de planteárselas, pues esa ignorancia voluntaria nos condenaría al estancamiento y la miseria". (Pp. 50 - 51).


Otro mito extendido es el dominio de la gente a través de la publicidad, cuando es evidente que los que piensan así "deberían preguntarse por qué las empresas no prescinden de todos sus gastos -en I+D, logística, distribución, inventarios, gestión de compras, recursos humanos, etc.- y concentran sus inversiones simplemente en sufragar anuncios muy convincentes; tal vez sea porque la gente es menos tonta de lo que se supone". (P. 70).


La explicación de por qué no funcionarían los precios predatorios en una economía de libre mercado, se explica a través de la anécdota del Herbert Dow, creador de Dow Chemical Company. (Pp.81 - 82). Y aunque en algún caso, temporalmente, la compañía se pueda beneficiar, el verdadero beneficiario de una política de precios predatorios es el consumidor.


Un error muy común es pensar "que una sociedad es tanto más rica cuanto más dinero tiene: si lo que caracteriza al rico es disfrutar de mucho dinero, bastará con multiplicar la cantidad de dinero para que todos se vuelvan ricos." (P. 111).


El valor de la empresas se mide "por los bienes económicos que crean hoy y que se espera que sigan creando en el futuro". (P. 112).


Se define el capital como "el valor monetario de los factores productivos dirigidos a obtener un lucro monetario en el mercado". Y una burbuja "cuando el capital esté muy desligado del lucro futuro que generará". (P. 114).


Los tipos de interés no "son el precio del dinero" son "la compensación que recibe el prestamista por renunciar temporalmente a la satisfacción de sus fines y por asumir riesgos". (P. 118).


No se debe confundir el capital con los bienes de capital que son "esos factores productivos que, ordenados dentro de un plan empresarial, tratan de lograr un lucro monetario fabricando bienes de consumo y servicios para el mercado". (P. 119). Además "es fácil convertir el dinero en bienes de capital, pero (...) los bienes de capital no son ni mucho menos tan sencillo de transformar en dinero sin merma del poder adquisitivo". (P. 122).


"En contabilidad, al conjunto de todos los bienes de capital se le llama 'activo' y al conjunto de todas las fuentes de financiación, 'pasivo'". (P. 125).


Uno de los problemas del comunismo es que "no tiene ninguna referencia a la hora de establecer sus planes productivos. Es perfectamente posible que los trabajadores se dediquen a extraer hierro mientras existe una carestía brutal de alimentos que los mata de hambre (algo que, de hecho, sucedió en la China maoísta entre 1958 y 1961 con su Gran Salto Adelante); lo que en un mercado libre haría disparar el precio y la rentabilidad de producir alimentos frente a hierro". (P. 138). Asimismo "el fracaso del socialismo o de la socialdemocracia es menos patente que el del comunismo no porque el primero sea más eficiente, sino porque su ámbito de actuación es más restringido". (P. 140).


El banco central ha dejado "de ser un banco privado dedicado a redescontar las promesas de pago de calidad en posesión de la banca comercial y a prestar de manera especializada al Gobierno para convertirse en una herramienta más del poder político dirigida a degradar su liquidez con la finalidad de proporcionar una financiación artificialmente barata al Gobierno y a la banca privada". (P. 159).


"El crédito artificial generará un boom económico insostenible: el gasto aumentará en toda la economía, se incrementará el empleo, los beneficios empresariales y las cotizaciones bursátiles se dispararán, etc. Muchas inversiones acometidas por los empresarios serán 'malas inversiones'". (P. 164). Los autores indican que "durante los booms se destruye riqueza, mientras que es en las depresiones cuando se detectan los errores cometidos, se intentan salvar los muebles y se sientan las bases de la recuperación". (P. 173).


"Los precios son las señales que emplean los empresarios para guiar sus inversiones. Falsear los precios equivale a desvirtuar esas decisiones de inversión y, por tanto, a confundirles acerca de dónde es preciso movilizar el capital para satisfacer las necesidades de los consumidores". (P. 177).


Para la recuperación es un requisito que "desciendan los precios relativos de aquellos activos y factores que se sobredimensionaron durante el boom. Mientras esto no suceda, los empresarios no los incorporarán a sus nuevos proyectos empresariales y no procederán a generar otra vez valor". (P. 178).


"Una devaluación muy drástica sí podría tener éxito a la hora de lograr que se supere la crisis (...) El primer motivo es que la devaluación equivale a aun impago a acreedores externos. (...) El segundo motivo, y principal, es que una devolución muy fuerte de la moneda coloca a precio de saldo -en términos de moneda extranjera- los activos y factores productivos nacionales". (P. 180).


"Los planes de estímulo basados en un mayor gasto público sólo contribuyen a incrementar todavía más el endeudamiento total de la economía y a dilapidar el escaso ahorro de agentes privados en nuevas y perjudiciales inversiones que desaparecerán tan pronto ese gasto se retraiga. Llevados al extremo, podrían ocasionar la suspensión de pagos del Estado". (P. 183).


Sobre el dinero fiduciario los autores indican que: "Si ha reemplazado como medio de pago al oro no es por sus cualidades superiores como dinero, sino más bien porque sus cualidades son tan malas que permiten a los políticos y a los banqueros centrales de turno manejarlo a su entera discreción". (P. 195).


Un tema muy importante de la revolución industrial fue que "la riqueza se liberó de la dependencia climática". (P. 213). Algo que ya destaqué en mi entrada sobre El optimista racional de Matt Ridley:


Para explicar el despegue de Gran Bretaña a comienzos del siglo XIX las cifras son esclarecedoras (P. 201) "en 1830, Gran Bretaña tenía 17 millones de hectáreas de tierra arable, 25 millones de ha. de pastizales y menos de dos millones de ha. de bosque. Pero consumían azúcar de las Indias occidentales equivalente (en calorías) a la producción de por lo menos otros dos millones de ha. de trigo; madera de Canada equivalente a otro millón de ha. de bosque; algodón de las Américas equivalente a la lana producida en la impresionante cantidad de 23 millones de ha. de pastizales, y carbón de las minas equivalente a  15 millones de ha. de bosque". Todo ello fundamental para dar impulso a la Revolución Industrial incipiente.
También en la misma línea que Matt Ridley los autores señalan que: "Los que piensan que las condiciones de vida de los trabajadores empeoraron en el siglo XIX nunca consideran cómo eran esas condiciones en los siglos precedentes". (P. 214).


Aunque no lo mencionan expresamente, se refieren a Julian Simon, cuando escriben que: "Los pronósticos apocalípticos sobre el agotamiento de los recursos naturales ignoran a menudo el principal recurso de todos: las personas. (...) Es curioso que tanta gente haya pensado que un país se enriquece cuando nace un ternero y se empobrece cuando nace un niño". (P. 215).


Los autores afirman que: "las instituciones son clave de la prosperidad. (...) Un país pacífico, justo y libre será más rico que uno guerrero, injusto y servil". (P. 219).


Asimismo los autores analizan el porqué de los Estados grandes y ricos, indicando que: "Los países no son ricos porque tengan Estados grandes, sino que tienen Estados grandes porque son ricos". Comparan los estados de Francia y Argentina, concluyendo que: "Una diferencia muy notable entre la política de ambos países es la previsibilidad. Los franceses saben que el Estado les quita todos los años una fracción enorme de la riqueza que producen. Pero la otra fracción es suya y el Estado no se la arrebata e incluso garantiza que puedan utilizarla con seguridad jurídica. Esto no sucede así en la Argentina". (P. 221).


Rematan afirmando que: "El marco de las instituciones, por tanto, es un pilar de la creación de riqueza, pero lo es en la medida que protege y consolida la libertad de los ciudadanos, su propiedad y sus contratos, y no lo es en la medida que los restringe o avasalla". (P. 224).


La hipocresía de una gran mayoría en lo relativo a la pobreza es destacada por los autores cuando escriben que: "Es habitual que se nos diga que, como los países pobres no pueden competir con los ricos y son incapaces de progresar en el mercado libre, entonces hay que ayudarles; y, al mismo tiempo, se nos dice que los pobres son tan tremendamente competitivos que hay que cerrarles las puertas a sus productos o a sus ciudadanos y forzarlos a que tengan impuestos tan elevados y regulaciones laborales o medioambientales tan intervencionistas como los que padecen los súbditos de los Estados ricos". (Pp. 230-231).


En el tema de la ayuda exterior se destaca "la arrogancia de pensar que uno tiene razón si cuenta con buenas intenciones". (P. 236).


"La actitud paternalista hacia los menos desarrollados" debería de atenuarse o revertirse si lo que queremos enseñar a esos países es "a soportar el 50% de tasa de paro juvenil" o a tener "tantos falsos empresarios que viven de subsidio público". (P. 242).


Hay "contradicciones que las preferencias ciudadanas plantean; típicamente, la mayoría suele decantarse porque aumente el gasto público, pero también prefiere que lo paguen los demás". (P. 268).


El gasto del Estado está condicionado porque "aunque destina cuantiosas sumas al dispendio y al provecho más o menos corrupto de sus administradores y socios ocasionales o permanentes, el grueso del gasto público se dirige a la provisión de valiosos servicios como la sanidad o la educación, simplemente porque no podría ser de otra manera". (P. 269).


Acabo con esta reflexión, muy acertada, sobre el papel del Estado: "Es un error pensar que los Estados son inocentes de los males que padecemos y también que tienen la capacidad y sabiduría necesarias para arreglarlos y que no van a crear, cuando intenten hacerlo, problemas aún mayores". (P. 283).


Título: El liberalismo no es pecado. La economía en cinco lecciones
Autores: Carlos Rodríguez Braun y Juan Ramón Rallo
Editorial: Deusto
Fecha: 2011
Páginas: 302

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Víctima, 7 de julio: Carlos Arguimberri Elorriaga

Libertad Digital.



El 7 de julio de 1975 dos miembros de la banda terrorista ETA asesinaban en Deva a CARLOS ARGUIMBERRI ELORRIAGA, conductor de autobús y exconcejal del Ayuntamiento de esa localidad guipuzcoana.
El asesinato tuvo lugar al mediodía, en el kilómetro 40 de la carretera nacional Bilbao-San Sebastián, cuando Carlos llevaba a numerosos pasajeros de Deva a Icíar. Dos terroristas que iban dentro del autobús se acercaron al conductor y le obligaron a salirse de la carretera general. Tras gritarle "hi txakur bat haiz" ("eres un perro") le dispararon a bocajarro nueve tiros por la espalda. Entre los veintidós pasajeros estaban un hermano y una hermana de Carlos, con los que regentaba un restaurante en Icíar, además de varias mujeres que salieron horrorizadas del autobús. Mientras el cuerpo de Carlos caía sobre el volante acribillado a balazos, el autobús, sin frenos, reculó hasta estrellarse contra un talud situado a la derecha de la calzada y casi se lleva por delante a una de las mujeres que se había caído al suelo al salir corriendo del mismo.
Seguidamente, los dos pistoleros salieron del autobús disparando algunos tiros intimidatorios con el fin de evitar cualquier posible persecución de los viajeros, casi todos ellos de la comarca, y se dieron a la fuga en un turismo blanco en el que les esperaban otros dos terroristas.
Con el asesinato de Carlos Arguimberri, la banda asesina ETA inició una campaña de atentadosmortales contra personas a las que acusaba de ser confidentes policiales, como ya contamos a propósito del asesinato del taxista Ignacio Arocena el 15 de febrero de 1980. La inmensa mayoría de las veces ese tipo de acusaciones y rumores eran falsos, y lo que hizo ETA fue utilizarlos como excusa para asesinar a aquellos vascos que no eran nacionalistas. Con el asesinato de Carlos se inició la siguiente fase de la limpieza ideológica que permitiría que, en un corto espacio de tiempo, el nacionalismo en general, y ETA en particular, se apoderara con total impunidad de las zonas rurales vascas.
Además, es importante señalar que este asesinato vino precedido por una serie de acciones intimidatorias en los años anteriores. Primero fueron las amenazas, luego los ataques contra bienes inmuebles y vehículos, y finalmente, los asesinatos. Desde entonces, ETA desplegará su violencia contra aquellos vascos que se sentían lo que eran, es decir, tan vascos como españoles. Al final del proceso, el miedo, consistente y mantenido, atenazó a una sociedad entera. Ese miedo les hizo abrazar, de forma mayoritaria, cualquiera de las variantes del nacionalismo como única forma de sobrevivir.
El proceso había empezado unos años antes. El 14 de agosto de 1968 fue incendiado y destruido el caserío del alcalde de Lazcano. Durante 1969 y 1970 la banda fue prácticamente desarticulada, y los ataques cesaron casi por completo. Pero en 1971 se produjo el  "desembarco" de cientos de militantes (John Sullivan, El nacionalismo vasco radical, Alianza Editorial, 1988), que se agrupaban bajo una escisión de las juventudes del PNV denominada EGI-Batasuna. Se reiniciaron, entonces, las acciones de persecución e intimidación a los vascos que no estaban dispuestos a tragar con los delirios racistas, totalitarios, y más que dudosamente acordes con la realidad histórica vasca, de Sabino Arana.
El 29 de noviembre de 1971 era incendiada y destruida la boutique Gurruchaga de San Sebastián. El 10 de diciembre le tocaba al caserío Mainguama de José María Recondo en Urnieta y el 14 de diciembre de 1971 la destrucción llegaba a la droguería del alcalde de Ondárroa. Estos actos de intimidación constante a los vascos no nacionalistas fueron reivindicados en el mismo comunicado en el que la banda se hizo responsable del secuestro de Lorenzo Zabala Suinaga el 19 de enero de 1972, liberado tres días después. La nueva ETA, formada por los que fueran cachorros del PNV, dejaba claro que serían implacables para conseguir sus fines y enviaba, de paso, un mensaje a determinados sectores de la sociedad vasca.
Florencio Domínguez en Las Raíces del Miedo. Euskadi, una sociedad atemorizada (Aguilar, 2003, pág. 22) explica perfectamente el salto cualitativo que suponía el asesinato de Carlos Arguimberri:
La extensión del miedo se produce cuando diferentes sectores de la sociedad vasca empiezan a sentir que corren peligro de ser atacados, al igual que les ocurre a otros conciudadanos con los que pueden tener algún grado de identificación. Con el asesinato de Carlos Arguimberri Elorriaga, ETA comienza a atacar a ciudadanos vascos de a pieutilizando como excusa la acusación de ser confidentes de la policía. Arguimberri representa el principio de una línea de acciones de ETA que se mantendrá de forma ininterrumpida durante una década y que se saldará con la muerte de casi un centenar de personas. Hasta entonces ETA sólo había buscado la muerte de policías, guardias civiles o representantes del poder, como Carrero (...) A partir de 1975, hay civiles que son objetivo directo de ETA. En una primera etapa, que se extiende desde 1975 a 1977, la práctica totalidad de las víctimas acusadas de confidentes son de origen vasco como lo revelan sus apellidos: Arguimberri, Camio, Arregui, Guezala, Albizu, Cortadi, Azpiroz. ETA, en explicaciones elaboradas después de perpetrar sus primeros crímenes, sostiene que, a diferencia de los miembros de la Policía y la Guardia Civil ‘los chivatos son en gran parte nacidos en Euskadi Sur. Su conocimiento de los movimientos obreros y populares vascos les convierten en los ojos y oídos del aparato de represión’ (Zutiz 65, agosto 1975). En esta fase, los ataques contra supuestos confidentes son escasos, apenas una decena, pero sin embargo son suficientes para provocar la aparición en el seno del nacionalismo afín a ETA de un fenómeno maccarthysta, una auténtica caza de brujas en busca del confidente infiltrado, que en ocasiones incurre abiertamente en la paranoia.
Casi todos los autores no españoles que han escrito sobre ETA o han sido ambiguos y equidistantes, o han caído abiertamente embobados ante la dialéctica de los puños y el tiro en la nuca de la banda. Posiblemente porque no vivieron, como sí lo vivió la investigadora alemanaMarianne Heiberg, cómo salió la serpiente del huevo. Heiberg residió entre febrero de 1975 y septiembre de 1976 en Elgueta, pequeña localidad de mil doscientos habitantes. En su tesis doctoral describió el asfixiante clima que se creó contra los vascos no nacionalistas. Muy gráficamente expuso cómo quedaban señaladas ante la sociedad "aquellas personas que, de una manera u otra, quebrantaban las normas del lugar, revelándose como antivascos... el paralelismo entre las acusaciones de chivatazo y las acusaciones de brujería de otras partes del mundo era realmente sorprendente". (Heiberg, Marianne, La formación de la nación vasca. Editorial Arias Montano, Madrid 1991).
Carlos Arguimberri se convirtió, de este modo, en la primera víctima de una locura colectiva que, en el fondo, tenía poco de locura y sí mucho de frío, cruel y despiadado cálculo tendente a conseguir que las zonas rurales quedaran total y absolutamente en manos de los diferentes seguidores de Sabino Arana. Tal vez así nos podemos explicar, más fácilmente, los recientes resultados de Bildu en esas zonas, poniendo de manifiesto hasta qué punto ha tenido éxito la estrategia descrita por Marianne Heiberg y Florencio Domínguez que se inició en los setenta.
En el caso concreto del asesinato de Carlos Arguimberri, ejemplo acabado de esa caza de brujas maccarthysta, quien más datos ha dado sobre los años previos a su asesinato ha sido el antropólogo Joseba Zulaika, que conoció personalmente a la víctima. Cuenta Zulaika cómo desde los años sesenta una parte de la población de Icíar empezó a involucrarse en actividades nacionalistas, actividades en las que Carlos quedó al margen. Posiblemente por este motivo, empezó a extenderse el rumor de que era un chivato y se le culpó, entre otras cosas, del traslado del sacerdote decidido por el obispado y de alguna detención. "Según todo lo que he podido saber, no había un ápice de verdad en tales rumores", escribió Zulaika. De esta forma, los rumores y maledicencias convirtieron a Carlos en el "villano oficial" de la localidad, siendo objeto de una agresiva campaña de acoso que desembocó en su asesinato. Previamente al atentado, los jóvenes de la localidad boicotearon una sala de fiestas que había promovido mientras fue concejal en Deva; miembros de un grupo católico elaboraron pintadas en 1972 donde se podía leer "Karlos hil" ("muerte a Carlos"), y la banda terrorista ETA le incendió el autobús antes de asesinarlo (Joseba Zulaika, Violencia vasca. Metáfora y sacramento, Nerea, 1990, citado por Rogelio Alonso, Florencio Domínguez y Marcos García Rey en Vidas Rotas, Espasa, 2010).
Carlos Arguimberri Elorriaga, de 43 años, estaba soltero. Era un hombre del pueblo, muy trabajador, siempre dispuesto a hacer favores, y muy apreciado por los vecinos, por lo que la noticia de su asesinato produjo una gran conmoción en la comarca. Pertenecía a una familia carlista del barrio de Icíar, en el municipio de Deva. Su padre fue sepulturero, carpintero y cartero, y Carlos había trabajado de zapatero y de conductor de autobús. Fue alcalde pedáneo y concejal del Ayuntamiento de Deva hasta 1974. En el momento de su asesinato Carlos Arguimberri era consejero local del Movimiento y se hallaba especialmente vinculado a la Hermandad de Labradores y Granjeros.

Un gráfico que resume nuestra crisis de deuda

por Juan Ramón Rallo.



Este gráfico lo dice todo. Desde finales de 2011, los inversores extranjeros han comenzado a desprenderse en masa de nuestra deuda pública. No se fían de que vayamos a devolverles en euros el dinero que nos prestan.
En contra de lo que piensan algunos, tener deuda pública española que paga un 7% no es ningún chollo, sino una inversión de alto riesgo. Por eso, muchos inversores más cautos y conservadores prefieren comprar deuda pública alemana aun cuando, en ocasiones, pague tipos de interés negativos. ¿La solución a esto? Pues acreditar que no vamos a suspender pagos y que vamos a seguir en el euro, es decir, convertir realmente en un chollo una deuda que paga un interés del 7%. Si despejamos esa incertidumbre esencial, el mismo capital que ahora vende nuestra deuda por ser muy arriesgada, volverá a comprarla en masa para lucrarse con los altos intereses seguros. Ay, la especulación.

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