Al agua



Rajoy: "El PP se opondrá a cualquier subida de impuestos"


Fuente: Nihil Obstat.

Liberty, Legislation, and Law. Donald J. Boudreaux


Source: Cafe Hayek.

Gene Tierney

Una de las más bellas.









































Patria, Parenti, Amici

By Bryan Caplan.


I'm a staunch opponent of nationalism.  But I'm also a family man.  Isn't there a direct contradiction between the two?  If I refuse to show favoritism to my fellow Americans, how can I in good conscience buy Christmas presents for my children?  You might argue that whether you favor your countrymen or your kin, you're neglecting far more deserving strangers.

There is one obvious difference between nationalism and familial favoritism.  Familial favoritism is a deep and ineradicable part of the human psyche, thanks to many millions of years of evolution.  Nationalism - and expansive tribal identities more generally - pretends to be equally fundamental, but it's largely cheap talk.  People happily give tons of free stuff to their children.  But you need coercion to make people surrender more than a pittance to their "fellow citizens."  To ask people to stop favoring their own children goes utterly against human nature.  To ask people to stop favoring their countrymen is a modest, eminently do-able request.

There is however a less obvious, but far more important difference between nationalism and familial favoritism: Despite its mighty evolutionary basis, almost everyone recognizes moral strictures against familial favoritism.  Almost everyone knows that "It would help my son" is not a good reason to commit murder, break someone's arm, or steal.  Indeed, almost everyone knows that "It would help my son" is not a good reason for even petty offenses - like judging a Tae Kwon Do tournament unfairly because your son's a contestant.

Nationalism, in contrast, is widely seen as an acceptable excuse for horrific crimes against outgroups.  Do you plan to murder hundreds of thousands of innocent foreign civilians
?  Just say, "It will save American [German/Japanese/Russian/whatever] lives" - and other members of your tribe will nod their heads.  Do you want to deprive millions of foreigners of the basic human rights to sell their labor to willing buyers, rent apartments from willing landlords, and buy groceries from willing merchants?  Just say, "It's necessary to protect American jobs" in a self-righteous tone, then bask in the admiration of your fellow citizens.


The surprising lesson: familial favoritism isn't just inevitable; it's basically benign.  People know that this fundamental emotion is no excuse for ignoring the rights of strangers
.  Nationalism, in contrast, is at once phony and dangerous.  Phony, because nationalists' behavior belies their gradiose claims of loyalty and devotion to their countrymen.  Dangerous, because when people remember their nation, they forget their basic moral obligations to leave strangers alone.


Un gran despertar - A great awakening


Entrevista con profesora huida de Corea del Norte

Esto es Corea del Norte. 


Desertar del régimen norcoreano se paga con la muerte o una larga estancia en los campos de concentración. China, amiga de Pyongyang, devuelve a los que captura. La gente lo sabe y por ello son muy pocos los que se aventuran a huir, pese a la dureza de las condiciones de vida en el país más aislado del planeta. Además, el continuo lavado de cerebro del régimen, como reconoce Gang Na-hyun, impide a los norcoreanos darse cuenta de sus miserias. Tiene 39 años y en el Norte fue profesora de literatura coreana. Reside con su marido y su hijo de 13 años en Seúl desde 2006 y acepta la entrevista tras pedir que se modifique su ciudad de origen y que no se la fotografíe de cara, porque teme por su familia que sigue allí.

Pregunta. ¿A qué hora comenzaba su trabajo?
R. Llegábamos al instituto a las 7.30 de la mañana, porque antes de empezar las clases todos los profesores estudiábamos juntos el Pensamiento Juche (catecismo ideológico del “presidente eterno” Kim Il-sung, basado en la autosuficiencia) y las políticas de Kim Jong-il.

P. ¿Cómo iba al instituto?
R. Andando. En Corea del Norte todos andamos, el transporte público es prácticamente inexistente.

P. ¿Cuánto ganaba?
R. Muy poco, no llegaba ni para comer tres días. Además, desde el año 2000 el Gobierno no nos pagaba los sueldos —tampoco el de mi marido que era profesor en la Universidad de Bellas Artes—, ni daba los subsidios de comida. Ni siquiera recibíamos maíz. Nosotros fuimos afortunados porque yo tenía un tío en Japón y todos los años mandaba algo de dinero, pero se murió en 2004 y se acabó. No podíamos vivir.

P. ¿Cuándo decidió irse?
R. En 2006, pero tardamos un año en ponernos en marcha. Nos animó mi cuñada, que fue la primera en llegar a Corea del Sur en 2005. La siguió mi cuñado. El viaje era muy peligroso, pero quedarse suponía morirse de hambre. Yo he visto a mis vecinos comer hierba y hojas de los árboles.

P. ¿Quién lo decidió, usted o su marido?
R. Él decía que venía primero, pero yo quería que fuésemos juntos. Sabía que podíamos morir en el trayecto (dice sin poder reprimir las lágrimas), pero lo prefería. Aquello ya no era vida y el hambre empujaba.

P. ¿No tenían problemas políticos?
R. No. Yo siempre creí que Kim Jong-il era el mejor líder del mundo y que el hambre la causaban Estados Unidos y Corea del Sur al impedir el comercio.

P. ¿Nunca oyó hablar de los campos de concentración?
R. Sí, pero los consideraba normales. Dentro estaban las personas que criticaban al Gobierno que luchaba por nosotros. Nunca hasta llegar aquí escuché el término “libertad de expresión”.

P. ¿No le molestaba estudiar a diario las obras de Kim Jong-il?
R. No, era lo que se debía hacer. No se cuestionaba.

P. ¿Le comentó a algún amigo que iba a marcharse?
R. No, imposible. Me podían denunciar. Allí solo se confía en la familia.

P. ¿Cómo fue el viaje?
R. Cogí a mi hijo y su cartera y nos subimos con tranquilidad al tren. Nadie fue a despedirnos para no levantar sospechas. Dos días después llegamos a Hyeriong, en la frontera, la ciudad en la que debía reunirme con mi marido al día siguiente. La gente a la que mis cuñados habían pagado lo tenía todo organizado. Estuvimos en una casa una semana hasta reunir a los 11 que íbamos al sur. En esa frontera, tanto los policías como los militares chinos y norcoreanos están comprados. Todas las tardes entre las 7.00 y las 7.30 miran para otro lado mientras la gente cruza el río.

P. ¿Lo hicieron en barca?
R. No, era marzo y estaba congelado. Lo hicimos a pie. Se tardan unos minutos.

P. Y una vez en China, ¿cómo fue?
R. Viajamos durante tres horas en dos coches, más otro detrás que hacía de vigilante, y llegamos a una casa donde nos dieron de cena huevos fritos y arroz muy caliente. ¡No lo podía creer! En el Norte, los huevos son un manjar y solo se comen en cumpleaños. Además, China estaba muy desarrollada. Esa noche comprendí que había otra forma de vida.

P. ¿Cuánto tardó en llegar a Corea del Sur?
R. Durante seis meses fuimos cambiando de casas y de ciudades hasta que atravesamos la frontera con Tailandia. Como estaba previsto, la organización nos dejó y, como nos dijeron, caminamos hasta encontrar a un policía. Le dijimos que éramos surcoreanos extraviados y que nos llevara a la Embajada. Eso hicieron, aunque estoy segura de que sabían que éramos norcoreanos.

P. Y aquí, ¿se integró bien?
R. Estuvimos varios meses en un centro para refugiados (en esos centros son interrogados por los servicios secretos y a veces por la CIA). Luego el Gobierno nos dejó salir y nos dio una cantidad de dinero para establecernos.
P. ¿Saldó las deudas del viaje?
R. Sí, costó tres millones de wones surcoreanos por persona (unos 2.000 euros). Como éramos tres, pagamos nueve millones.

P. ¿Ha vuelto a dar clase?
R. No, aquí no reconocen los títulos del Norte. Eso al principio me frustró mucho. Empecé trabajando en el comedor de una empresa, luego en una pizzería y ahora estoy en un centro de llamadas.

P. ¿Qué le sorprendió más de Corea del Sur?
R. La abundancia de comida y que todos puedan comer.

P. ¿Qué sintió al enterarse de la muerte de Kim Jong-il?
R. Los sentimientos están mezclados. Solo quiero olvidar, aunque mi hermano está allí con su familia y le echo mucho de menos. Mi padre ya ha llegado, pero mi madre desapareció hace tres años cuando emprendió el camino del sur. No hemos vuelto a saber de ella. Imagino que ha muerto. (Las lágrimas ruedan y vuelven a quebrar su voz. Gang se disculpa: “Jamás lloré en el Norte, pero al llegar aquí casi me deshago en llanto y sigo sin poder controlarlo”).

P. ¿Cree que cambiará el sistema?
R. Aquí todos dicen que no habrá cambios, pero yo confío en la reunificación porque mi hermano está allí y le da miedo el viaje.

Indigentes en La Habana


LA HABANA, Cuba, diciembre, www.cubanet.org -En las tórridas y húmedas noches habaneras es ya normal ver como un nutrido grupo de indigentes buscan acomodo y protección en el pequeño parque que flanquea la estación de policía de la populosa calle Zanja, en las inmediaciones del barrio chino del municipio Centro Habana.
Varios de los “homeless” que ya pululan por la ciudad han escogido este lugar para pasar sus noches, después de deambular todo el día en busca de algo que les garantice el sustento, en una ciudad que se torna cada vez más compleja, dura y agresiva, incluso para los habaneros que vivimos una vida normal.
Para muchos cubanos el cada vez más recurrente espectáculo de los indigentes en las calles, significa algo tan nuevo como impactante. Durante largo tiempo esa imagen estaba solo reservada a viejas revistas del “bochornoso pasado capitalista” o a reportajes de otros países. En décadas pasadas la imagen más cercana a un indigente en La Habana fue la del “Caballero de Paris”, ese pintoresco y desaliñado andariego que sin perder su dignidad recorría calles principales y alimentaba su leyenda como un símbolo de La Habana tradicional.
Sin embargo en los últimos tiempos, a medida que desaparecen las llamadas “gratuidades”, los barrios más populosos de la capital se van llenando de limosneros, indigentes y desamparados que se convierten en una imagen recurrente y conmovedora que retrata y refleja la depauperación y la desesperanza en que se va sumiendo la sociedad cubana, tan polarizada que en la misma ciudad podemos encontrar personas que pagan cientos de dólares por un perro y come bien todos los días y otras que carecen de un techo para cobijarse; algo muy diferente a lo que nos prometió el “paraíso socialista” hasta hace poco.
Algunos menesterosos de los que pernoctan en el parquecito de la estación de la calle  Zanja al preguntarles por qué habían escogido ese lugar para pasar sus noches, aseguraron que se habían situado cerca de la policía para sentirse protegidos ante los frecuentes ataques de grupos de adolescentes, vándalos o parranderos, que se divierten molestándolos, agrediéndolos o haciéndole maldades.
Las autoridades cubanas en ocasiones hacen recogidas de estos menesterosos y los recluyen temporalmente en un recinto conocido como “La Colonia”, en el municipio Boyeros, donde los mantienen en contra de su voluntad y pierden temporalmente su libertad de movimiento. Este lugar genera rechazo generalizado en los desamparados habaneros.
A todas luces, el gobierno cubano no tiene respuesta para este mal social que crece a paso rápido, a medida que se profundiza la crisis social, y hiere la sensibilidad de muchas personas. A pesar de que los máximos líderes persisten en decir que en Cuba ningún ciudadano queda desamparado, la realidad cotidiana demuestra lo contrario; la crisis estructural e irreversible del modelo socialista que pretendieron imponernos por la fuerza, acrecienta la polarización social y ha convertido a la indigencia en un espectáculo abundante y deprimente en las calles de nuestra ciudad.
Son muchos los espacios públicos citadinos que cada noche se convierten en cobijo de indigentes y desamparados. Acercándose al recinto policial los indigentes del parquecito de Zanja pueden conseguir una coyuntural tranquilidad nocturna, pero no podrán escapar de los rigores de una sociedad en crisis que, después de prometernos durante cinco décadas un paraíso de igualdad y abundancia, cada día lanza a más cubanos al abismo de la miseria, el desamparo y la desesperanza.

Thomas Hart Benton (1889 – 1975)






Fuentes: American Gallery y google.

Entrevista a Pedro Schwartz Girón. Víctor Gago


Víctor Gago,entrevista Pedro Schwartz Girón en Contemporáneos. Ensayista, conferenciante, discípulo de Karl Popper, profesor de Economía de la Universidad San Pablo-CEU y de la Saint Louis University, Schwartz es uno de los teóricos liberales más importantes del pensamiento español.