Los tres últimos ases que pueden salvar a Obama, por Jordi Pérez Colomé


La elección en Estados Unidos está empatada. En la media nacional de encuestas Romney saca 0,9 puntos en todo el país. Está dentro del margen de error y tiene menos importancia que los sondeos por estado.

De aquí al 6 de noviembre, si no ocurre nada sensacional, los sondeos nacionales no darán datos más seguros. Cualquiera de los dos candidatos podrá ganar. Hace tres semanas en la campaña de Romney pocos soñaban estar en esta situación, aunque desde la de Obama siempre habían dicho que sería reñido.

Una voluntaria en una oficina de Romney me decía: “Hace unas semanas la gente nos llamaba enfadada solo para decir lo que Romney tenía que hacer para ganar”. Ahora ya no. Mitt Romney puede ser el próximo presidente de Estados Unidos.

Por primera vez Romney congrega en sus mítines a multitudes del nivel de Obama. El martes había 12 mil en este mitin en Colorado. Para un candidato poco carismático y soso, es increíble. No hay que olvidar que a la gente le gusta ir con el que gana.


Solo llevo tres días en Estados Unidos. De momento reúno más bien material para hablar de los dos bandos con más datos y sensaciones. Pero por lo que he visto en las oficinas de cada candidato, en los carteles, en el ambiente, es algo evidente: está más igualado que hace cuatro años.

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