España y Cataluña por Arcadi Espada

El Mundo.


En un artículo lleno de buenas intenciones y dedicado a sus amigos independentistas, el periodista Xavier Vidal-Folch escribía ayer en El País: «Cataluña es imaginable como entidad diferenciada. Pero España sin Cataluña no es pensable.» Vaya. Lo extraordinario de este debate sobre la independencia es que acabaremos descubriendo el Mediterráneo en tiempos de Jaime I. Naturalmente. Tampoco es pensable España sin Castilla, Aragón o Andalucía. Cualquiera de esas comunidades, que también son perfectamente imaginables como entidades diferenciadas, serían la analogía pertinente del articulista. Por el contrario España, como cualquier otro Estado, es un concepto basado en la unidad de diversos. Más o menos, pero diversos. Como subrayaba hace unos días el caballero Secondat en el periódico, la falacia de hablar de Cataluña y España como sí fueran dos entidades diferenciadas tiene muchas consecuencias; y una de ellas es este tipo de razonamientos no ya políticamente parciales, sino absolutamente ilógicos. España no es pensable sin la unión. Exactamente del mismo modo que el nacionalismo no es pensable sin la separación. Al nivel que sea, pero siempre separación. Todo estaba mucho más claro cuando no existían independentistas, sino separatistas, («pues sí, somos separatistas» reconocía Cambó), una expresión que ellos dejaron de usar para nombrarse, por ser una expresión dolorosa y antiestratégica. No hay pleito entre Cataluña y España (por ilógico) sino entre españoles que quieren seguir siéndolo y otros que quieran dejar de serlo. Comprendo que a los nacionalistas esta evidencia les moleste; pero también confío en que sus pasiones no sean incompatibles con la lógica: para dejar de ser español antes hay que serlo. Dejar de ser español no es imposible. A diferencia de ser catalán: como ya escribí hace muchos años a qué ventanilla imposible se dirige uno para la extenuante empresa de dejar de ser catalán. Yo comprendo muy bien que uno quiera dejar de ser español. Hay otras cosas mejores en este mundo. Pero lo que comprendo menos es que en vez de irse uno a uno con lo puesto, que es lo que hace un caballero, incluso español, estos españoles malgré quieran irse con la casa a cuestas y arrastrándonos.
Por lo demás, el trágico destino de los nacionalistas es que para separarse de España Cataluña tendría también que separarse de sí misma.

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