Tanto dolor y tanta impunidad

Leonardo Calvo Cardenas.


Alberto, Carmen junto a Eleanor Calvo Directora del Observatorio Ciudadano contra la Discriminación  en el hospital Julio día - Foto de Leonardo Calvo
Alberto, Carmen junto a Eleanor Calvo Directora del Observatorio Ciudadano contra la Discriminación en el hospital Julio día - Foto de Leonardo Calvo
LA HABANA, Cuba, junio, www.cubanet.org -Nunca imaginaron Albertico, su madre Carmen y esa humilde familia holguinera como aquel cálido día de carnaval del verano de 2007 se convertiría en escenario de la increíble tragedia que los ha marcado con una saga de dolor y sufrimiento para la que no encuentran consuelo ni justicia.
Alberto Lairot Castro, joven agente de seguridad del Ministerio de la Construcción en la ciudad de Holguín, el día 27 de agosto de 2007, después de cumplir su jornada laboral salió con un grupo de amigos a disfrutar las fiestas de carnaval de su ciudad. Cuando Albertico se disponía a comprar cerveza en uno de los establecimientos enclavados en el área algunos oficiales de la policía lo requirieron solicitándole su identificación.
Los agentes del orden público, sin escuchar las explicaciones de Lairot, sin molestarse en llegar al lugar donde se encontraban los acompañantes del joven y sus documentos, lo condujeron a la unidad de policía y allí sin más razón lo depositaron.
Ante el  enérgico reclamo de Lairot cuando intentaron encerrarlo en el calabozo, el sub teniente Frank Ochoa Águila y el capitán Héctor Luís Pérez Osorio le aplicaron la llave de artes marciales conocida como Doble Nelson, provocándole serias lesiones que lo dejaron parapléjico.
Acto seguido fue lanzado al calabozo retorcido de dolor. El mismo Lairot testimonia: “Luego de inmovilizarme con la maniobra, me lanzaron en un calabozo. Uno de ellos, me tiró mi gorra y me dijo ‘negro de mierda’”. Cuando finalmente fue trasladado al hospital el mal estaba hecho y una vida joven miserablemente tronchada.
Así emprendió Carmen,  su vía crucis por varios hospitales con su hijo inmovilizado. Durante estos años Albertico ha sido sometido a una operación en el hospital Lenin de Holguín y a un injerto de piel para combatir las escaras, a lo que se unen sucesivas estancias en los hospitales Julito Díaz, Nacional y Naval de la capital del país, así como Militar y Clínico Quirúrgico de Holguín y el hospital militar de Santiago de Cuba.
A pesar de que los facultativos diagnosticaron que existía una lesión medular grave por la aplicación de la llave, con secuela funcional, una paraplejia flácida y disparesia braquial, seguido por un trauma medular cérvico dorsal, fractura de vértebras fijadas a una lámina metálica después de la operación, atrofia muscular y trastornos secundarios, en los procesos judiciales seguidos a los agresores el dictamen fue desestimado por los jueces con lo cual decretaron la absolución de los encartados, quienes nunca fueron detenidos, ni rebajados del servicio, han sido posteriormente ascendidos y no se esconden para ufanarse de su deplorable acto.
En los mencionados actos de juicio oral la victima no fue interrogada por el tribunal que celebró el proceso en ausencia de la madre de Albertico, puesto que cuidaba a su hijo ingresado en un hospital de La Habana.
El resultado del crimen y la impunidad - Foto de Leonardo Calvo
El resultado del crimen y la impunidad - Foto de Leonardo Calvo
Esta familia ha reclamado justicia a todas las instancias responsables del Ministerio del Interior y el gobierno cubano sin recibir respuesta satisfactoria. Hace pocas semanas Carmen sostuvo el sillón de ruedas de Albertico en plena Plaza de la revolución ante la funcionaria del Consejo de Estado quien, con tranquilidad pasmosa y haciendo alarde de proverbial insensibilidad, les dijo que ellos no podían hacer nada para resolver el caso y acto seguido dio la espalda a las lagrimas de madre e hijo una vez más ahogados en la impotencia, el desamparo y la desesperación.
Alberto Lairot, a sus treinta y tres años, enfrenta su desgracia sin perder la nobleza y apoyado en su fe que lo estimula a continuar sin descanso buscando justicia para el y castigo para sus verdugos.
Son muchos los casos de abusos y excesos cometidos por las autoridades policiales y carcelarias de esta Isla, quienes cotidianamente violan la integridad física y la dignidad de ciudadanos indefensos, actos que se alimentan de una impunidad sustentada en la indolencia de las máximas instancias judiciales y gubernamentales, así como en el temor y pobre cultura jurídica de los ciudadanos victimizados.
Como tantos cubanos Albertico y su familia han sido golpeados duramente por esa impunidad criminal y por esa indolencia gubernamental, sin embargo ellos han decidido levantar la frente y la voz ante a la injusticia, conscientes de que su lucha de hoy puede librar mañana a otras familias cubanas de las terribles consecuencias de tanto dolor y tanta impunidad.

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