El Problema es el Gobierno

Xavier Sala i Martín.



El Problema es el Gobierno

A ver si nos aclaramos de una vez: aunque no hubiera habido crisis financiera “subprime” en Estados Unidos, España hubiera tenido los problemas que tiene porque su recesión nada tiene que ver con la americana. Muchos hablan de fracaso de mercado y de la necesidad de que el estado intervenga y regule a los mercados para evitar que se repita lo de los bonos tóxicos subprime creados por los banqueros codiciosos de Wall Street. El problema de este tipo de análisis es que en España no había... ¡ni un solo bono tóxico subprime!
De hecho, en Noviembre de 2009 muchos analistas (algunos con premio Nobel incorporado) y multitud de reguladores pusieron al sistema financiero español como ejemplo a seguir porque el Banco de España había prohibido “sabiamente” esos activos que tanto daño habían hecho al sistema financiero norteamericano. Pero el problema de España no era la desregulación sino la pésima gestión pública. Ahí van algunos ejemplos: el desastre se gesta con la irracional obsesión por formar parte del euro cuyo paraguas permitió el acceso a crédito barato con tipos de interés iguales a los alemanes. Eso disparó un espiral conocido como burbuja inmobiliaria: la gente pedía prestado a tipos irrisorios para comprar viviendas, cosa que hacía subir los precios de los inmuebles. Eso atraía a promotores que construían y contrataban a trabajadores a salarios elevados y, de paso, ponían presión sobre los salarios del resto de la economía. Esos trabajadores iban a restaurantes, compraban ropa cara y coches de lujo (había más BMW en España que en Alemania), y así giraba la gran rueda macroeconómica.
Los bancos prestaban dinero a constructores y a familias, abandonando otros sectores productivos. Muchos creyeron que hacerse rico era cosa fácil y, sin pensar que la burbuja generaba una importante demanda artificial que tarde o temprano iba a desaparecer, dejaron de invertir en mejorar la productividad de sus negocios.
La burbuja también cegó a los gobiernos cuyos presidentes corrieron a ponerse las braguitas rojas y la capa de supermán y volaron por todo el mundo dando lecciones de gestión económica. Mientras tanto, se olvidaron de hacer las inversiones de largo plazo que debían mejorar la productividad de empresas y trabajadores y dilapidaron los extraordinarios ingresos fiscales que la burbuja generaba. Incluso se jactaban de mantener superávits fiscales sin darse cuenta de que eran temporales ya que sus ingresos dependían de la burbuja y desaparecerían con ella. Es más, nadie hizo nada para atajar lo que se había convertido en deporte nacional: la evasión fiscal.
Como era de esperar, estalló la burbuja y la recaudación fiscal artificialmente alta desapareció... Pero los errores del gobierno continuaron. El gobierno de Zapatero se dedicó a hacer políticas keynesianas de estímulo fiscal que resultaron trágicas al disparar un déficit público que ya aumentaba debido a la caída de la recaudación y el monumental aumento de las prestaciones de desempleo.
Ha habido errores en multitud de áreas pero el más grande, a mi juicio, ha sido no saber solucionar el problema bancario: se fomentaron las fusiones, cosa que fracasó porque cuando se unen dos bancos medianos con agujeros medianos, no se obtiene un banco grande sin agujeros sino un banco grande con un agujero grande. Se intentó la recapitalización con capital privado que tampoco funcionó porque nadie sabe el verdadero valor de los activos inmobiliarios en manos de los bancos.
En más de una ocasión he dicho que pienso que se tendría que dejar quebrar a los bancos insolventes, protegiendo a los depositantes pero no a los acreedores y a los accionistas. Es cierto que si se hiciera, habría un pánico y se "secaría" el crédito cosa que reduciría la inversión y se destruiría empleo. Pero fíjense que eso es exactamente lo que está pasando...
En este sentido, pienso que los gobiernos europeos han cometido el error de prometer que se rescatará, de una u otra manera, a los bancos al pensar que eran “demasiado importantes para quebrar”. En el caso de España se estima que se van a necesitar entre 50.000 y 200.000 millones de euros de dinero público: entre un 5% y 20% del PIB que se sumaría al déficit del estado. Como el gobierno ya tiene un déficit desorbitado, no puede (o no se atreve) a afrontar el problema por lo que éste no se soluciona: ni se les deja quebrar ni se les rescata. ¿Consecuencia? Una serie de bancos zombies, sin recursos, que ni prestan ni dejan prestar y que suponen una constante espada de Democles a punto de caer sobre las economías europeas. ¡Y llevamos ya cinco años con esta paralizante indefinición!
Pero existe una solución: utilizar los fondos que las autoridades europeas crearon para rescatar países (como el European Financial Stability Facility o EFSF) y destinarlos a rescatar instituciones financieras. Al fin y al cabo, es más barato para los europeos rescatar a la banca española que no esperar a que el estado español la rescate y luego tener que rescatar a una España arruinada e incapaz de arreglar sus problemas fiscales. Naturalmente, algunos bancos pasarían a ser propiedad del EFSF (que a su vez es propiedad de los países miembros). Si algún día el banco acabara siendo reflotado (como pasó en Estados Unidos), el EFSF vendería sus acciones y, si hubiera plusvalías, se repartirían entre los gobiernos que aportaron fondos. El rescate bancario por parte de Europa tendría una importante ventaja “política”: la ciudadanía española no vería como sus impuestos se destinan a rescatar bancos en un momento en que se recortan servicios públicos.
La moraleja es que existen soluciones a los problemas a los que nos enfrentamos, pero todas ellas pasan por diagnosticar bien la enfermedad. Y el problema principal no es ese mercado contra el que el gobierno nos debe proteger. ¡El problema es el gobierno!

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