Cuando los progres aplican medidas de austeridad


Josep Fábregas. 
La librería Robafaves reducirá notablemente su plantilla y podría reestructurar también el espacio de su tienda en el Carrer Nou. Son dos de las medidas del "contundente" plan de choque que la histórica cooperativa de Mataró se ve obligada a llevar a cabo para poder asegurar su continuidad.

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La situación económica de Robafaves se ha ido agravando en los últimos años a consecuencia, en primer lugar, de una larga serie de inversiones que no dieron los resultados esperados. Las aventuras con la librería Catalònia de Barcelona y con la tienda Actúa (abierta conjuntamente con Abacus), o la compra de la Casa del Obispo para instalar en ella el Robafaves Jove, han sido "inversiones sin rentabilidad", explican. A ello se suma un descenso creciente de las ventas, de cerca del 30% desde el año 2008, así como los efectos de la crisis económica general, que ha hecho reducir el número de ventas que Robafaves hacía a las administraciones (en conceptos como los libros para las bibliotecas públicas). La crisis, además, también ha afectado profundamente a otra de las actividades de Robafaves, la fabricación e instalación de muebles para librerías y bibliotecas. Ante esta situación, "lo fundamental es poder devolver la deuda", insisten, y por eso hay "ajustar la estructura a las ventas".

Recojo esta noticia relativa a la principal y, hasta hace poco, casi única librería de Mataró. Y lo hago porque en las líneas de esta noticia está resumida perfectamente la crisis actual. 

Robafaves es una cooperativa. Durante muchos años ha actuado en régimen de práctico monopolio con el apoyo del ayuntamiento, que en alguna ocasión ha hecho todo lo posible para protegerla de la competencia. Sus directivos son gente de izquierdas con raíces en el anarcosindicalismo. Gente que, políticamente, están en contra de las medidas de austeridad del gobierno catalán y español y que defienden la necesidad de medidas de inversión pública para estimular la economía. Justo lo contrario de lo que ellos están a punto de hacer. 

Y están a punto de hacerlo porque no tienen otra alternativa. Porque no existe otra alternativa. Si no tuvieran una deuda tan elevada, quizás podrían utilizar parte del patrimonio para poner en marcha un nuevo proyecto comercial, lo que sería el equivalente de una política de estímulo a través de la inversión. Pero como lo único que tienen son deudas y en esta situación es imposible que nadie les deje el dinero para una nueva aventura comercial, no les queda más remedio que recortar. Sólo así conseguirán, quizá, salvar una parte del negocio cooperativo. Y para hacerlo tendrán que acogerse a la reforma laboral que los progres tanto critican. Deberán hacer un ERE de la misma manera que también lo están haciendo CC.OO. y UGT.

Pero ya se sabe que una cosa es una cooperativa o un sindicato, que son altruistas de natural, que una empresa capitalista en la que prima la codicia y el egoísmo.

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