Todas las crisis económicas han sido resultado de la intro-misión del Estado en la economía

Por Alejandro Mercado.

Políticos, sociólogos, abogados y muchos otros han pronosticado que el 2012 será un año de crisis económica, destacando que ella estaría mostrando la inviabilidad del sistema capitalista. Lo cierto es que todas las crisis económicas, incluida la que probablemente nos toque vivir este año que comienza, han sido el resultado de la intromisión del Estado en la economía.
¿Cómo se sustenta esta afirmación? La respuesta es que el sector privado es inherentemente estable, por lo que los ciclos económicos, en especial las recesiones, no son otra cosa que el efecto de las acciones del Estado sobre el funcionamiento de los mercados.
El sector privado es inherentemente estable porque, en un sistema competitivo, todo el riesgo que conllevan las inversiones son asumidas por los agentes privados; si las decisiones de inversión son equivocadas, las pérdidas recaerán sobre ellos mismos, no siendo posible traspasarlas a terceros. En algunos casos incluso podrían llegar a afectar el patrimonio personal de los inversores.
Cuando el Estado interviene salvando a las empresas ineficientes, como fue el caso del denominado hospital de empresas, a las instituciones de intermediación financiera, como fue la compra de su cartera infectada por activos tóxicos, el Estado genera lo que en teoría económica se conoce como moral hazard (riesgo moral); es decir, los empresarios al saber que sus pérdidas serán absorbidas por el Estado realizarán inversiones altamente riesgosas. Si les va bien obtendrán ganancias extraordinarias, por el contrario, si les va mal, el Estado se hará cargo de sus pérdidas.
En lo que corresponde a los gastos e inversiones que realiza directamente el Estado, no existe un mecanismo regulador que garantice la prudencia en su accionar, ello en tanto que si las inversiones son equivocadas, como los casos que dieron origen a los denominados elefantes blancos, las pérdidas serán asumidas por toda la sociedad y, en ningún caso, por aquellos burócratas que se equivocaron al momento de tomar sus decisiones.
Por último, cuando el Estado,  por su incontrolable tentación de intervenir en la economía, busca, por ejemplo, reactivar el aparato productivo, presionando a la caída artificial de las tasas de interés, lo único que genera son distorsiones en las señales del mercado. Cuando los mercados dejan de ser transparentes se favorece la realización de inversiones ineficientes, las cuales, más temprano que tarde, terminarán generando pérdidas, arrastrando a la economía en su conjunto a la recesión.

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