¿El banquero del mundo? Sobre el peso financiero internacional de China. Pablo Bustelo


Tema: China se ha convertido en un actor financiero de primer orden y, si se cumplen determinadas condiciones, podría contribuir a garantizar la estabilidad de las finanzas en regiones alejadas de su entorno geográfico.

Resumen: Este análisis señala, en primer lugar, que hace apenas cinco años China estaba poco integrada, desde el punto de vista financiero, en la economía global, con la excepción de sus ya cuantiosas reservas en divisas. En segundo término, documenta cómo, desde entonces, su peso en ese terreno ha progresado de manera espectacular, convirtiendo al país en un actor financiero de primer orden. En tercer lugar, se enumeran algunas de las condiciones que deberían cumplirse para que China pueda contribuir de manera importante a la estabilidad financiera en la UE.

Análisis: Hasta hace pocos años, los análisis sobre China tendían, en su gran mayoría, a reconocer que se había convertido ciertamente en una gran potencia industrial y comercial, pero con un peso bastante escaso en el sistema financiero global (con la importante excepción de sus ya enormes reservas en divisas). Por ejemplo, en el último tercio de los años 2000 los especialistas destacaban que China había conseguido, gracias a una tasa anual media de crecimiento del PIB que había rondado el 10% desde 1980, triplicar su peso en la economía mundial entre 1990 y 2005, hasta el 5%, mientras que, en cambio, la parte de la UE y de EEUU se había mantenido más o menos estable. También se señalaba que la contribución de China al crecimiento de la economía global era entonces relativamente pequeña: menos del 8% en 2000-2005 frente al 40% de la UE y al 20% de EEUU.

[...]

Conclusiones: A lo largo del último lustro, China se ha convertido en una potencia financiera de primer orden. Sus reservas en divisas han crecido de manera espectacular, hasta alcanzar 3,2 billones de dólares en septiembre de 2011. Se estima que 1,1 billones están colocados en títulos de deuda del Tesoro de EEUU y que China tendría, al menos en teoría, interés en diversificar parte de esas tenencias hacia otras monedas, entre ellas, el euro. Además, la inversión directa en el extranjero alcanzó casi 70.000 millones de dólares en 2010. Aunque la inversión en cartera es todavía relativamente pequeña (al menos con los datos hasta 2010), es de destacar la creciente actividad internacional de los fondos soberanos chinos, como CIC y SAFE. En suma, China tiene una posición inversora internacional que presentaba en 2010 un saldo neto positivo de casi 1,8 billones de dólares (el 30% del PIB), sólo superado por el de Japón. Siendo el segundo país acreedor neto del mundo, está en posición inmejorable para contribuir a operaciones de financiación internacional, pese a su todavía baja renta por habitante.

Dadas las características del último plan de rescate europeo, que bien puede ser temporal, al que los propios europeos no aportan muchos fondos (ya que la ampliación del EFSF se hace mediante apalancamiento) y que descansa en la curiosa idea de que una zona rica, como la UE, necesita dinero de países de ingreso más bajo, no cabe esperar mucho entusiasmo por parte de China.

Con todo, por la cuenta que le trae, especialmente para su imagen de país responsable y para la vitalidad de su principal mercado exterior, es muy posible que China acabe contribuyendo, incluso con una cantidad importante, al fondo europeo de rescate. Sin embargo, Occidente tiene que darse cuenta que el auge de las economías emergentes, especialmente cuando se recurre a ellas en situaciones de crisis, hace imprescindible un mayor peso político de los grandes países en desarrollo en el escenario internacional. No se trata sólo de generosidad o de agradecimiento sino, sobre todo, de inteligencia.


Leer artículo completo en Revista de Prensa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario