Más inverosímiles. Arcadi Espada

Arcadi Espada sigue la exlicación iniciada aquí.


[L]a consideración de que la verosimilitud («Es en la vista del juicio donde el tribunal juzga si los indicios del instructor son pruebas, si lo verosímil es lo verdadero. Hipótesis, demostración y tesis.») es una etapa en la larga marcha hacia la veracidad. Cuando, obviamente y como muy máximo, sólo hay entre ellos la relación que mantendrían dos líneas paralelas. En modo alguno la apariencia de un relato dice nada sustancial (y mucho menos judicialmente sustancial) sobre su veracidad. Ya sé que se trata de una argumentación contraintuitiva; pero ya nos hemos bebido la leche blanca. Y para demostrarlo bastará que el comentarista González piense enEmma Bovary y en Adolf Eichmann, es decir en el relato de un adulterio imaginario y en el relato de un genocidio veraz, y no suelte ese clavo ardiendo hasta confesar qué relato de esos dos le parece, como él dice, con su habitual donaire, «más verosímil», con mayor apariencia de verdad.

La verosimilitud (en la acepción académica) del relato faisandé del juez Ruz es por completo intrascendente, y ningún magistrado, en ninguna fase del proceso, debe opinar sobre ella. Un juez no es (no debería ser) un novelista. La apariencia de verdad se la repamplinfa a un juez, y es así que el Derecho evita confundir el Holocausto con Madame Bovary, es decir redonda y cursiva. Lo que la Audiencia determina es si el relato del juez de instrucción está o no fundamentado con datos. A la Audiencia, como es natural, no le importa que un juez plantee el inverosímil (en mi acepción: ¡quiero noticias!) supuesto que los neutrinos vayan que se las pelen: sólo atiende a las mediciones.



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