¿De qué tratan realmente las películas?, Carmen Sofía Brenes

Extractos del libro ¿De qué tratan realmente las películas?, Carmen Sofía Brenes:

Syd Field (...): "Un director puede tener un magnífico guión y hacer una película horribe. Lo que no puede hacer es una película muy buena si tiene un guión malo". (Página 44).

"Cualquier drama es conflicto. Sin conflicto no hay personaje. Sin personaje, no hay acción; sin acción no hay historia. Y sin historia, no hay guión", dice Field. (P. 52).

Richard Walter (...): "Las tres facetas más importantes de una historia son: 1) estructura, 2) estructura, 3) estructura". (P. 54).

Según Walter (...): "Si algo puede ser suprimido, debe ser suprimido". (P.54).

Para (Lew) Hunter (...) la idea es lo más importante, la historia, lo más difícil y el guión, lo más sencillo. (P. 58).

La misión propia del guión es contar una buena historia, no intentar defender una idea preconcebida. A propósito de esto hay una frase, ya clásica entre los profesionales, que sale al paso de esta tentación. Cuentan que una vez el veterano productor Samuel Goldwyn dijo a sus guionistas: "si quieren enviar mensajes, llamen a la Western Union". (P. 65).

Como todos sabemos, las historias se vuelven aburridas cuando no dan la psibilidad de sondear la interioridad de los personajes y conocer sus alegrías, angustias, deseos, aspiraciones, miedos ocultos, etc.
(...)
La mejor manera de dar verdadero contenido a los personajes y de dotarles de vida interior, es a través de lo que hacen. (P. 76).

Resulta interesante ver lo que dice (Ken) Atchity sobre el asunto del cambio.
"En las historias que están bien estructuradas los caracteres mayores cambian o crecen". No pueden ser los mismos al final que al principio. Característica esencial del protagonista es el cambio que experimenta a medida que se enfrenta a los obstáculos que se interponen en su misión. (P. 88).

Dos características propias del diálogo son la naturalidad y la concisión. Aunque dé la impresión de que las palabras de los personajes podrían ser las de una persona real, si se analizan, no se encuentran en ellas las repeticiones y pausas, los circunloquios y muletillas, propias de una conservación, a menos que tengan un objetivo claro que cumplir al servicio de la escena. (...) Por eso, si sólo se escucha la banda sonora de una película, parece artificiosa. Sin embargo, esa impresión cesa cuando se oye junto con la imagen. (P .93).

Para llegar a un buen diálogo es necesario reescribir los textos muchas veces, hasta conseguir condensar lo que se dice y lograr que las frases digan a la vez muchas cosas. Hay que evitar, por ejemplo, que el diálogo se repita lo que el espectador ve. En ese caso, es preferible asumir las palabras y dejar hablar a la imagen. (P. 94).

Como el caso audiovisual conjuga lo dramático con lo narrativo, la cuestión es un poco más compleja. El cine y la televisión parecieran participar más de las exigencias dramáticas que de las narrativas. Por eso, no nos extraña que al ver la adaptación de una novela al cine notemos que con frecuencia se han simplificado los caracteres y el mismo desarrollo de la acción. En una película hecha sobre un libro suelen pasar menos cosas a menos personajes de los que aparecen en la novela original. (P. 108).

De ahí que Russin y Downs tengan razón cuando señalan que "reímos porque nos vemos en una posición superior a los personajes". Sabemos que sus emociones y acciones son excesivas -están fuera de lugar- pero, como las vemos desde la seguridad de nuestra condición de espectadores, en lugar de sufrir nos causan hilaridad. (P. 129).

(E)n las historias tanto los actores como los espectadores tienen que interpretar un papel. Y así como el actor finge ser otro, el espectador también tiene que desarrollar una no-identidad que le lleva a aceptar a los actores por aquello por lo que se hacen pasar, aún (sic) sabiendo que no "son". (P. 159).

No hay comentarios:

Publicar un comentario