Crisis (26): liderazgo político. Xavier Sala i Martín

Vía Francisco Capella.


Extracto:


Pues bien, en economía también hay diferentes tipos de crisis: crisis de demanda, crisis de oferta, crisis de exceso de deuda… Cada una de ellas exige un diagnóstico correcto y un tratamiento específico. Las crisis de demanda causadas por una reducción del gasto privado se pueden solucionar con aumentos del gasto público. Las de oferta se arreglan reformando las estructuras productivas que limitan la productividad (reformas educativas, reguladoras, financieras, laborales…). Las crisis de exceso de deuda se solucionan reduciendo la necesidad de pedir prestado.
¿De qué tipo era la crisis que empezó en el 2007? Pues bien, recuerden que venimos de una burbuja inmobiliaria que tuvo dos consecuencias importantes. La primera es que el sector privado, principalmente las familias, las empresas constructoras y el sector financiero, se había endeudado mucho: las familias habían comprado viviendas demasiado caras con la esperanza de que su precio seguiría subiendo y los bancos se habían endeudado (o apalancado) para beneficiarse del crédito a un sector inmobiliario insaciable. Al explotar la burbuja, unos y otros se quedaron con deudas extravagantes que muchos no podían pagar. La crisis era, pues, de exceso de deuda.
La segunda consecuencia de la burbuja fue la complacencia: mientras las cosas iban bien, nadie se daba cuenta de que la productividad de la economía no aumentaba y no se hacían las dolorosas reformas que tenían que preparar el terreno para cuando desapareciera el chollo de la construcción. Al exceso de deuda se le sumaba, pues, una crisis de oferta o falta de productividad.
El problema surgió cuando, en lugar de tratarla como una crisis de deuda con falta de productividad, las autoridades, animadas por el fantasma de un Keynes misteriosamente resucitado, la trataron como si fuera de demanda: Keynes se hizo famoso en los años treinta, cuando diagnosticó que la gran depresión del 29 era una crisis de demanda y recomendó el aumento del gasto público financiado con deuda. Desde entonces, sus seguidores piensan que todas las recesiones son de demanda y siempre recomiendan aumentar el gasto público. Y es posible que la de 1929 fuera una crisis de demanda, ¡pero eso no quiere decir que todas las crisis lo sean! En cualquier caso, en el 2008 todos los gobiernos del mundo se dedicaron a aumentar el gasto público.
Por desgracia, la crisis no era de demanda sino de exceso de deuda. Y como los ingresos fiscales habían caído, el aumento de gasto que nos tenía que salvar sólo se podía financiar con endeudamiento. La deuda pública se disparó y nos encontramos en una situación paradójica y esquizofrénica, ya que una crisis de exceso de deuda se intentaba solucionar con (por favor, no se rían)… ¡más deuda! ¡Era como intentar cuidar el alcoholismo con dosis intensivas de vodka! No hace falta ser muy listo para ver que esta locura sólo podía empeorar las cosas y, naturalmente, las cosas empeoraron.
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