Revival, mayo y junio de 2010

Vamos bien por Arcadi Espada.

Las estadísticas continuarán repitiendo que los niveles de felicidad humana no se mueven al compás del progreso. Cada tanto se publican esa líricas derramas que demuestran, ¡números en la mano!, que en el Medellín de Pablo Escobar los hombres no eran menos felices que en la Rue Jacob de París. Ah, ah. Esta frase de Marcus, en su Kluge, al hilo de los famosos experimentos de Festinger: «Hacemos cuanto está en nuestras manos para sentirnos felices y cómodos con el mundo, pero estamos más que dispuestos a mentirnos si la verdad no coopera.» Lo que realmente me impresiona de esas estadísticas es que las sociedades civilizadas aún conserven hombres felices. Habiendo dejado de creer en dios y habitantes de un mundo que cada día cuesta más dejar.

 Entrevista a David Chalmers.
En realidad, no me importa demasiado a qué se llama ciencia, a qué se llama filosofía, quién es llamado científico o quién filósofo. Tenemos más cuestiones empíricas sobre el trabajo experimental en este momento, pero también debemos hacer preguntas fundamentales, aunque sólo cuestiones fundamentales no es suficiente. Así que creo que necesitamos una combinación de trabajo experimental y de trabajo filosófico.


Una máquina de leer por Arcadi Espada.
Uno de los reproches más injustos que he leído sobre la máquina es su carácter elitista. Esto no se debe a su precio, menor que el de la mayoría de portátiles. Sólo se debe a su belleza. En España cualquier cosa bella y refinada es un símbolo de elitismo y pijería. El reproche pervierte la característica más importante del iPad: una máquina que puede usar cualquiera. 

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