Mercaderes pecadores por Carlos Rodríguez Braun

Braun con la tontería económica de la semana, esta vez por Manos Unidas y la propiedad privada.

Lo más destacado en negrita.



ARTÍCULO:

Así tituló su editorial la revista Manos Unidas, de la conocida ONG católica del mismo nombre: Contra los mercaderes de la tierra. A pesar de la alusión evangélica, el editorial es no sólo un panfleto socialista sino que ni siquiera reflexiona sobre la posibilidad de que su modo de pensar pueda perjudicar a la propia Iglesia.

Se trataba de condenar la compraventa de tierras, que lleva a un "proceso de concentración de la propiedad de la tierra, con ánimo de lucro y como instrumento de poder... las sociedades industrializadas generan riquezas cuyos frutos no se redistribuyen y con los cuales no se está fomentando el crecimiento de los más pobres... la propiedad de la tierra, entendida como un derecho absoluto, es la causa de que se consoliden latifundios". Manos Unidos, "basándose en el principio de la subordinación de la propiedad privada al destino universal de los bienes" reclama "reformas agrarias ineludibles para luchar contra el hambre" y "facilitar el acceso a la propiedad de lo más básico a cuantos carecen de este derecho fundamental" debido a la "mala distribución de la tierra".

La compraventa de tierra, como la compraventa de cualquier cosa, puede llevar a que la propiedad está más concentrada o menos. Si los contratos fueron voluntarios no cabe objeción contra el latifundio ni contra el minifundio. Objetar el ánimo de lucro es ignorar que si no hay ese ánimo no habrá transacciones mercantiles pero eso no quiere decir que no pase nada, como lo prueba el socialismo real, que limitó o suprimió la propiedad privada de la tierra y el ánimo de lucro, con las consecuencias en términos de abuso de poder que Manos Unidos conoce o debería conocer.

Si hay propiedad privada y mercado la riqueza generada siempre se distribuye y beneficia a todos, en particular a los pobres. Si esto no sucede no es por culpa de los mercaderes per se sino de los mercaderes que no quieren la competencia en el mercado, y de las autoridades que permiten que se salgan con la suya, como sucede con la Política Agraria Común.

Condenar la propiedad privada de la tierra como derecho absoluto o recurrir al destino universal de los bienes es animar el socialismo, que tras esas mismas falacias convierte a todos los derechos en relativos a la conveniencia del poder y a todos los bienes en algo cuyo destino universal fijan los mandatarios. Manos Unidas no parece ser consciente de que el hambre no es resuelta por las reformas agrarias que violan la propiedad de la tierra, sino causada por dichas reformas. Hay numerosos casos que lo prueban, uno reciente el de Robert Mugabe, que expropió los latifundios de los blancos en Zimbabue para luchar contra el hambre, resolver la mala distribución de la tierra y facilitar el acceso a la misma de cuantos carecen de este derecho fundamental. Como siempre, el resultado de esta demagogia socialista ha sido el contrario del pretendido.

Por último, cabe mencionar una amarga ironía histórica. Con los mismos argumentos de Manos Unidos, el poder político arrasó con los bienes de la Iglesia Católica en los procesos desamortizadores del siglo XIX. Con las mismas críticas antiliberales que Manos Unidas lanza contra los mercaderes, el poder político ha hostigado a los cristianos hasta hoy mismo.

Pero nada, erre que erre, mercaderes pecadores.

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